¿Esta en el sol, la respuesta?
Existe una relación directa con el pasado que hay que superar cuando se trata de un acto de relación con uno mismo. Afirmarse significa ir más allá. Destrozar la naturaleza bruta y entrar en lo hecho, lo civilizado. Hay cuentas pendientes; palabras más allá de la razón, de lo sagrado, dirigidas al centro de todo el Universo. Silencio, reposo. Otra vuelta más.
Efecto sinfónico monumental y absoluto de la pintura. El gran público está pero no entiende que la figura desapareció con Hegel y el siglo dorado alemán. Tal figura, no aparece ya ni en el psicoanálisis, ni en el intelecto, ni en la razón. Sin embargo, es posible seguir buscando datos, todos los datos. Demostrar tu fuerza como algo puro, exterior, colectivo, salvaje y sagrado. De ahí el interés por aumentar las circunstancias, de cultivarlas y de apropiártelas. ¿Hasta que punto es moral la civilización?. Es mejor no pensar en ello.
Suelto amarras pero; ¿qué quedará al final?. Nos enfrentamos a lo desconocido, a lo que está por nacer, a la vida misma y a la inmortalidad. El discurso existe pero el lenguaje deja de tener sentido de inmediatez. La literatura ya no será caprichosa o intuitiva. Origen y naturaleza. Sólo intelecto y razón. Nos lo merecemos después de tantas fatigas y desilusiones. Frente a la incertidumbre de la producción en masa, Marx comprendió que el futuro más inmediato produciría un tipo de capital social extraordinario y convirtió todo aquello en una teoría social. Borró el hegelianismo con apariencia ilustrada y rompió con el resto de los lazos socialdemócratas.
Hoy esa realidad es otra. A partir de los años cuarenta del siglo pasado se produce un cambio de mentalidad, una nueva conciencia psíquica. Esa impresión puramente emocional se parece significativamente, a la que tuve con mi profesora de francés cuando tendría yo trece años. Ella todo y ser mayor tenía algo, un no se que de transgresión, una puerta al más allá; la vida misma en todas sus formas. Fueron apareciendo más profesores y más teorías. Personajes por encima de las circunstancias. Sólo importaba el momento, una verdad a medias. La verdad es para los idiotas; los hechos y la realidad, para los iluminados y los valientes. Tanto como que el dinero es parte de una estructura, el capital no. Ello lo puedes identificar por su funcionamiento, su lógica inscrita en esas coordenadas. Por eso, el capitalismo es un movimiento asociado a temas puramente sociales. Así como la banca encuentra su fundamento moral a través de la cooperación social; la base metafísica del capitalismo no son los hechos y sus consecuencias sino algo más profundo, algo que esta en el mundo de las ideas.
El imperio como forma de estructura en su máxima rentabilidad, consecuencia de unas circunstancias concretas. Detrás de esa fachada, sólo hay un alma desesperada. Y desde luego, el nacionalismo pirata no me interesa, como tampoco me interesan las revoluciones obreras; donde el arte ocupa el lugar que se merece. Apolo es un mecánico y Afrodita un soldado. El futuro es suyo pero no es mi problema. Mi trabajo consiste en que su pasado también lo sea, por lo menos de momento y cuando lleguen las próximas generaciones, más vale ser carnaza que un monolito inexpugnable.
Dalí que era un genio decía a propósito de ello que el arte era de naturaleza comestible. Su obra es lo más salvaje que le ha ocurrido a este país desde siempre. Bretón en cambio, era un escribano de la monarquía celestial, un creador de signos. La grandeza no se comparte sino que se reparte amigo. En ese sentido, recuerdo en mi niñez que lo único que estaba petrificado era la mierda que se quedaba en los pantalones, no sólo era un descubrimiento también era una autoafirmación. Ahora que soy grande afirmo rotundamente que el mundo que hemos heredado es un mundo sin fundamento. Nuestros antepasados se limitaron a matarse unos a otros. Rodin, Mallarmé, Verlaine, Gauguin; no tengo claro que causa defendían. Posiblemente, la suya, en estado de gracia. Eso es lo que significa ser bohemio. Sin embargo, tengo la sensación de apreciar a un rebaño de divos de agua dulce, de piscina de casa. Hoy tenemos a la marea civil. Un huracán con un solo destino; la incertidumbre. Y el problema es como pedir más hiendo en contra del sentido común, sabiendo que si no lo hacemos, otros vendrán en nuestro lugar. Quizás con una nueva explosión neonazi, una nueva Camboya.
En mis paseos por la Sorbona allá por 1995, no identifique a esas élites inteligentes y rencorosas. En los barrios marginales o en el extrarradio de París tampoco parecía pasar nada. Pero luego pasaba. La burguesía, ese dato moral aparentaba la más absoluta tranquilidad y seguridad. Aquí, los anacoretas del vicio tomando coca y bebiendo cubatas y chupitos de melocotón. Es la marea imparable de lacayos que nos arrastra. Donde ocurren cosas la existencia se multiplica. La civilización en su estado más inocente. Pero todo ello es cansino. Por eso, recurro al sol, que es razón pura y materia sensible. El mundo; una licencia sin formas ni maneras. Hay lugares que se pueden atravesar, otros no.
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