Orígenes museísticos en Cataluña. (1)
Todo pueblo, ama lo que es bello, y en cada época, la manera de observar las cosas y sus formas cambiantes implica, también, el que antes se haya ido formado un espíritu previo a ello. Quizás, por eso, no se da el mismo juicio sobre el gusto en la Antigüedad o Edad Media, que el que podemos tener hoy. Aquello que era ético antes, ahora, es de naturaleza estética o, incluso, didáctica. De hecho, es esta relación estética la que permanece en nosotros para, precisamente, educar primero hacia unos pocos y, después, como cultura adquirida por todos. Este cambio formal y de percepción, es congénito a todas las épocas. Pasó, por ejemplo, con el advenimiento de la Edad Media, y con el final de la misma, hacia posiciones del capitalismo temprano, y así, con periodicidad inmutable, hasta las formas del capitalismo actual. De la misma forma, se producen cambios en las funciones culturales sobre quién es el garante de esa cultura. Ahora, que toca hablar de un tema concreto como es de la actividad museística relacionada, en cierto sentido, con ese instinto de adquisición, me gustaría hacerlo con un punto de apoyo que pase por esa apreciación estética, a otra de tipo temporal, esto es, desde el propio concepto de génesis u origen que ello implica, en un intento de formalizar dicho proceso. Para ello, partiré de la base de que todo origen es parte de una ley natural histórica, que ha estado y estará sujeta a planteamientos sociales, económicos, políticos y culturales que, de alguna u otra forma, se van desarrollando en relación a un conocimiento, a una ciencia o a una memoria, y que pueden ser por ello interpretados en relación a unas formas que siendo únicas forman, por ello, parte de un de un devenir natural.
Así, el término fundamento que equivale a veces al de origen (al igual que los términos elemento y principio, a los que también corresponde el mismo sentido), lo podemos entender de algo en cuanto algo real y de algo en cuanto algo ideal (ser, conocer y obrar). Añadamos a ello "el uso del vocablo fundamento para designar lo primero, a partir de lo cual toda existencia queda, o puede quedar, fundamentada (...)" (José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía). Este dato que a nosotros nos servirá, de alguna manera, para evitar cierta tendencia a la fragmentación, ante un problema que, en el fondo, es irresoluble se hará más tarde visible a partir, por ejemplo, del principio de razón suficiente de Leibniz (la relación de causa y efecto) y, luego en Heidegger con la cuestión de la identidad. Asimismo, poco a poco la actividad o idea del museo partirá del contexto de unas circunstancias favorables, que harán que un grupo de personas e instituciones tomen conciencia de un determinado patrimonio, en relación a otras causas que atañen a ese patrimonio. Pensamos, por el momento, que sobre esta base puede construirse nuestro discurso. Un discurso, que nos lleva del concepto de génesis, inscrito en una hermenéutica historicista, al de las causas que lo hacen posible.
Por otro lado, para dicho discurso prescindiremos de una historia lineal, en relación a ese fundamento que es "tendencia de la razón" (de nuevo, Ferrater Mora), intentando dar coherencia a unos procesos sino radicales, si, al menos, inmutables, como si de una historia entrelazada de nudos gordianos se tratara. Uno de estos procesos, que parece que trasciende, será el paso de una cultura que gira alrededor de su esfera espiritual, al de una cultura de naturaleza laica y nacional. Así, pues, los casos en que comienzan a aparecer los primeros signos de literatura escrita en idioma popular en detrimento del latín o, al hecho, representa, también, la asunción de nuevas funciones. El Estado comienza a asumir dichas funciones. Pero para eso, es necesario que antes exista dicho estado. Así, no hay constancia por escrito de Cataluña en ningún texto antes del siglo XI, quizás, como indicador previo del funcionamiento interno de la península. Del paso de civilizaciones y de su posterior caída. Este principium cognoscendi (aplicado, a la vez, a la experiencia jurídica) es utilizable, además, al hecho de que empiecen a florecer las monarquías europeas por esta época, preocupándose estas por estructurar una genealogía que asegure su propia continuación dinástica (como razón de estado, supuestamente). Finalmente, distinguimos aquello que apuntaba Walter Goetz en su Historia Universal a propósito de la evolución italiana estableciendo un parangón con la antigüedad griega: "El arte y la literatura italianos hasta la época del alto Renacimiento, la pintura holandesa del siglo XV, la pintura y la plástica alemana de los tiempos de Durero, la pintura francesa de miniaturas, la historiografía francesa y flamenca, la literatura, el humanismo occidental, todo esto aunque nacido por influencia parcial, al menos, de los modelos antiguos, significó la ascensión de los pueblos occidentales a una labor propia, a una tradición propia y a la conciencia de su propio carácter", Esto es, primero se crearán los márgenes de permanencia cultural que, poco a poco, irán posibilitando una compleja red de expresión con vocación universal (de ello, hablaremos más adelante). En este punto, cabría destacar que, por esta época, será la escolástica francesa la que marcará la pauta de los grandes espíritus del momento. Europa toma de Francia la erudición, así como la vida caballeresca y la poesía. Precisamente, será de esa escolástica de la que partirá la idea del derecho natural, según la cual, la soberanía corresponde al pueblo libre. Serán, asimismo, la metafísica y la teoría del conocimiento los que aseguren los derechos básicos del Estado. Cuando, más tarde, a partir del siglo XIX se parta de la historia, hacia una verdadera conciencia de la historia, ésta intentará superar el determinismo del propio concepto de historicidad. La idea del gusto, por otro lado, seguirá su propio camino, hasta la explotación comercial actual de todos los estilos, como bien apunta el Diccionario de Estética de la editorial Akal.
Volviendo a lo nuestro, y como paso previo a esta causa histórica, Henri Focillon en su libro "El año mil", constata, como punto de inflexión, que la autoridad por esa época (Temprana y Alta Edad Media), está en las cancillerías y, por tanto, todo orden está sujeto a los bienes de la Corona. El mismo autor defiende la idea de que en la conciencia colectiva, la idea de naturaleza, es todavía una idea animista y dramática. Además, añade que la época anterior a la Edad Media venía siendo una degeneración de la cultura prehistórica, representada por la libre expresión de los pueblos bárbaros. Esa misma cultura prehistórica que introducía en su singularidad determinados conceptos representativos sin, en realidad, llegar nunca a desarrollar rasgos absolutamente religiosos. Al menos, tal y como los entendemos hoy en día.
Queremos introducir, además, otra fuente consultada, esta es, la del filólogo Carlos Schrader, a propósito de la historia griega en Heródoto, quien comprueba que, a partir de algunos testimonios literarios centrados, estos, en un doble perfil: las familias aristocráticas y los relatos fundacionales de las ciudades, se puede establecer una posible pauta historicista, si seguimos considerando los orígenes como parte del determinismo cultural, ya que nosotros podríamos trasladar este hecho aristocrático al contexto de la cultura antigua peninsular e íbera o celtíbera, en particular, pese a que esta no tuvo nunca ni historia ni razón escrita propiamente dicho. En este punto recomendaría la lectura de: "Historia de la civilización ibérica" de Oliveira Martins, que explica muy bien tanto la constitución como la disolución de la España antigua y la posterior formación de la nacionalidad española. Como este artículo es sólo el primero de una miniserie que sobre el tema quiero hacer, ya iremos volviendo poco a poco sobre ello. En concreto, sobre la forma de ver el patrimonio en esa época, a la que, una vez superada la Reconquista, aparece una visión imperial hispánica, vinculada cada vez más a una iglesia de carácter universalista y con una comunidad que entraría, ya, en oposición con el señor feudal, rasgos que si bien no indican una estructura patrimonial, al menos aportan un aspecto social que estamos intentando establecer como contrapunto a lo dicho hasta ahora. Por esta época, Roma y Jerusalén, serán las dos cunas de peregrinación; la una material y la otra espiritual. En Roma convergen tradición, monumentos, peregrinaciones e inscripciones (un hecho, que se hará constante hasta día de hoy) como formas de distinción objetiva, transmitidas, luego, al resto de Europa. Como bien apunta Karl Brandi: "En la duración providencial del Imperio romano había la promesa de un rejuvenecimiento eterno". Insistimos, hombres de origen burgués se miden con eclesiásticos en relación al derecho y cultura greco-romana, hasta que poco a poco va adquiriendo preponderancia una visión propia, de ese individuo hacia lo universal. Bien, dejémoslo por ahora aquí, porque hablando de ello no queremos, de momento, ir más allá. Nos basta con haber introducido algunos rasgos casuísticos previos, tales como la razón del gusto, de origen y de historia.
Bibliografía:
-Manuel García Clavero, "La V Exposició Internacional de Bellas Arts i Industries Artístiques de Barcelona. 1907". Treball de final de màster. Universitat de Barcelona.
-Juan Arturo Rubio Arostegui/ Joaquim Rius Ulldemolins/ Santi Martines Illa, "El modelo español de financiación de las artes y la cultura en el contexto europeo". Fundación Alternativas. Fundación SGAE.
-Francisca Hernández Hernández, "Evolución del concepto de museo".
-André Desvallées/ François Mairesse, "Conceptos claves de museología". ICOM.
-Javier Antón Pelayo, "La historiografía catalana del siglo XVIII. Luces y sombras de un proyecto ilustrado y Nacional". Universidad de Barcelona.
-Eva Serra i Puig, "La historiografía catalana: del segle XIX a la Segona República". Universitat de Barcelona.
-Luz María Gilabert González, "La gestión de museos: análisis de las políticas museísticas en la península ibérica". Universidad de Murcia.
-Oliveira Martins, "Historia de la civilización ibérica". El libro Aguilar. Aguilar , S.A. de Ediciones, 1988, Madrid
-Historia Universal, dirigida por Walter Goetz. Versión española de Manuel García Morente. Espasa-Calpe, S.A. 1934, Madrid.