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Arxiu Nacional de Catalunya.


El archivo, con sede permanente en San Cugat del Vallés (Barcelona), fue creado en 1980 cumpliendo una doble finalidad: como archivo general de la administración y como archivo histórico. Entre sus funciones destaca el asesoramiento sobre donaciones, consultas y reservas de documentos, obtención de reproducciones, préstamos, etcétera. El archivo nace, pues, con vocación pública de garantizar el derecho a la información y el derecho a la protección de datos. Y lo hace, en el marco del relativismo moderno y el eclecticismo político y de su relación con el sujeto histórico. Así, tras la recuperación del marco nacional catalán, es posible centrarse en aspectos sobre la industrialización, la urbanización y la formación de clases y, por supuesto, en la construcción de los propios referentes políticos, sociales y culturales.

Este proceso coincide, además, con la democratización del conjunto de la sociedad española y su reorganización política y territorial. Con ello, la historiografía se asocia al hecho de la creación de nuevos archivos y de la vinculación con nuevas metodologías y campos temáticos. En mi opinión, este nivel de autoconciencia es relativamente nuevo en la historiografía española y catalana, y debería, por eso, aprovecharse. Sin embargo, en el caso catalán no podemos evitar, también, referirnos al influjo nacional que ello supone. En cualquier caso, estamos hablando del conjunto de factores que hacen posible y sostenible, el tener acceso a los archivos para su desarrollo e investigación. Es por esto que, en realidad, un archivo nacional supone más que nada posibilitar al historiador o investigador el acceso óptimo a la documentación. En el caso del ANC esto supone, como decíamos al principio, estructurar el archivo en tres ejes fundamentales: el fondo de documentación de las administraciones públicas catalanas en general y de la Generalitat en particular, sus fondos históricos y su fondo de imágenes.

Sin embargo a la hora de explicar esta clasificación, surgen determinadas cuestiones en el marco de esa orientación historiográfica e investigadora. Si bajo la Renaixença y el modernismo se revitaliza la política y cultura catalanas, se tiende hacia un proceso parecido, ahora, con la democracia. Pero hay que precisar que desde Cataluña, en relación con el nacionalismo español o la configuración del Estado español, se establece una situación de reproducción. Hecho este que pasa inadvertido para muchos, si entendemos a la cultura catalana en el marco de la cultura mediterránea con una identidad propia.

En este sentido, en el acontecer moderno, la comunicación se ha convertido no sólo a nivel local sino también global, en algo visceral de forma primitiva y genuina. Y esto no implica dejadez por parte de las instituciones, sino más bien compromiso. El Estado pasa a ser, con ello, custodio de la memoria histórica. En la era post-copernicana las fronteras y los antiguos postulados se diluyen y la razón de ser

de las culturas, para nada ya inscritas en el antiguo fordismo heredado de la mecánica industrial a la que aludía Gramsci en su "Americanización y fordismo" de 1934, da pie a nuevos elementos. El mismo Gramsci, en relación al futuro nos dice: "La previsión no se revela como un acto científico de conocimiento sino como la expresión abstracta del esfuerzo que se hace, el modo práctico de crear una voluntad colectiva". Para Gramsci la ciencia era pura casualidad y más que ciencia, era método. Veía su factor de posibilidad reconociendo en la ciencia su pasado mítico que debía ser superado a partir de su aspecto modular, dialéctico incluso, donde quedaba al descubierto el desconocimiento sistemático de la posibilidad de error. En cualquier caso, la única fuente reconocida que veo en ello es la fuerza natural abstracta que por lo que respecta a los marxistas si no es establecida por la historia, queda como una hipótesis. El fondo, lo representaban las fuerzas materiales de producción que eran, en definitiva, el último reducto para el registro y el documento, y su pase a una nueva etapa histórica.

En la actualidad, no es de extrañar que en muchos casos esta documentación a la que aludimos venga dada a partir de leyes estatales que otorgan el derecho a organizar determinados archivos en función de un hecho histórico concreto (transferencia al archivo de 147 cajas llenas de fichas sobre funcionarios de la Generalitat del periódo 1936-1938). Por otro lado en el marco legislativo actual, la digitalización documental es un objetivo de las políticas culturales y una actividad de futuro para la industria cultural. Con ello queremos decir que es indispensable el patrocinio documental desde el ámbito legislativo, siendo ejemplos evidentísimos: las legislaciones autonómicas de acceso a la información e investigación, propiedad intelectual, memoria histórica y restitución, etcétera. Capítulo aparte son las normativas europeas ministeriales que en el marco del estado de las autonomías no son un prejuicio para la gestión de archivos por parte de esas mismas comunidades, sino más bien al contrario. El estado central (y, por ende, su marco europeo) se ve fortalecido por ese pluralismo competencial.

En resumen, si bien a partir de la transición es el Estado español (en el caso catalán, la Generalitat) el que marca el ritmo normativo, se ha ido observando posteriormente una evolución de esas mismas normas desde donde se desarrollan conceptos más modernos ligados, sobre todo, a aspectos de gestión documental y eficacia, así como de las garantías de los derechos de ciudadanía. De ello se deduce una relación no siempre equilibrada entre el sistema de protección de datos y el acceso a la información que sumados a los ya dichos, hay que añadir: la investigación estadística, la libertad de expresión en los medios de comunicación, la enseñanza, la cooperación con otros países de la información cultural, técnica y científica, la gestión de la información de los bienes culturales, el patrimonio etnográfico, la calificación, valoración y exportación del patrimonio histórico, y las medidas de fomento.

Como dato a destacar cabe mencionar, asimismo, el Plan Nacional de Fotografía, desde donde se ha proyectado un Centro Nacional de Fotografía que albergará el patrimonio documental de Cataluña a partir de los fondos de la propia Generalitat, el ANC, la Biblioteca de Catalunya y el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña).

Bibliografía.

Rosa María Cruellas i Serra, Imma Navarro i Molleví, "El fons documentals de l´Arxiu Nacional de Catalunya per a l´estudi de la radiodifusió" (digital).

Ricardo Méndez, Fernando Molinero, "Espacios y sociedades. Introducción a la geografía regional del mundo" (digital).

J. Andrés Gallego (coord), "Historia de la historiografía española: nueva edición revisada y comentada". Encuentro Ediciones (digital).

Carlos Forcadell Álvarez, "La fragmentación espacial en la historiografía contemporánea: la historia regional y local, y el temor a la síntesis" (digital).

Roberto Ceamanos, "Le Mouvement Social y la historiografía española" (digital).

Antoni Simon (dir), "Tendències de la historiografía catalana". Universitat de Valencia. 2009 (digital).

Jaume Aurell, "Historiadores románticos e historiadores científicos en la historiografía catalana contemporánea: nacionalismo historiográfico y revisionismo generacional". Universitad de Navarra (digital).

Blanca Desantes Fernández, "Código de Archivos y Patrimonio Documental". Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Subdirección General de los Archivos Estatales, Boletín Oficial del Estado (BOE). 2016 (digital).

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