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La caridad


En los albores de la modernidad, Kant opone a la dignidad del sujeto el precio de la cosa. El sujeto es entonces autónomo, irremplazable, capaz de dotarse a si mismo de ley y debe ser considerado por esa misma razón un fin en si mismo. Mientras que la cosa puede ser siempre reemplazada por otra equivalente.

El ser de la persona es también un ser suyo de modo que la nota distintiva de esa persona es su propiedad aunque con matizaciones pues existe un contraste entre persona y substancia en la cual el ámbito de esa persona es la naturaleza racional e individual; y el de la substancia, el de los individuos que subsisten en la pluraridad. Así, que a medida que la sociedad y el medio fluyen y producen nuevos mecanismos, la persona y su autonomía son adaptables a esos cambios.

Al modelar la realidad; su grosor y extensión, nos modelamos también nosotros. De ahí la importancia de la higiene, de la historia, de la memoria, del lenguaje, del contrato y de cualquier cosa eficaz para ello. El fin justifica los medios decía Maquiavelo sin pararse a pensar a partir de donde. Sin duda un problema clásico heredado, ya que el producto final es siempre un modelo social o de sociedad. Ahí entran también la ejemplaridad y el valor como formas positivas; y el servilismo y el dogmatismo, como formas negativas.

De hecho, sigue siendo un problema actual cual ha de ser el modelo que pertenece a una sociedad abierta. Función y método, pero también paisaje y equilibrio. Noción de espacio y de posibilidad, de aproximación, observación, catalogación, vertebración y costumbrismo. Con eso, el actual paisaje compuesto y abstracto extraído de la psique como un valor en si mismo puede resultarnos grotesco sino es confrontado con otro tipo de paisaje; por ejemplo, histórico en su conjunto (o traducible). Otra cuestión, sería situar el punto de vista como el punto más necesitado.

Un paisaje es un estado del alma pero la influencia de la era industrial lo pone en entredicho. En ese caso, el canal más apropiado frente a la técnica no sólo es la visión observable por muy analógica que pueda llegar a ser sino también la dimensión temporal que obtenemos; osea, la atracción del espectáculo constituida por parábolas, fábulas y alegorías. Por tanto escogemos y seleccionamos.

Existe o puede existir, un plan a partir de cosas que se hallan en nuestro poder porque tenemos la certeza de éxito sobre todo en nuestros actos. Es el caso del llamado punt d´honor de los catalanes. La razón pura según el mismo Kant, el cual predijo la cognición como pilar insoslayable de la cultura occidental basada en esa misma experiencia. Así mismo son los caminos que conducen a Roma a partir del Código Civil del Imperio Napoleónico al que sólo se le opone en la actualidad el empirismo fáctico inglés y el conductivismo social americano; ambos paisajes niveladores de conducta frente al supuesto caso francés.

Pero todo el mundo sabe que la historia si tiene un final y quien mejor que Nietzsche para hablarnos de ello. El fin de los tiempos no es el cielo-purgatorio-infierno de los cristianos, ni tampoco el juicio expoliador de Marx (sería demasiado fácil). Nietzsche sólo predijo el deseo del hombre de seguir anidando en el Olimpo y el crepúsculo de los dioses; nada más y nada menos. Vendrán otros que tras ello perciban el supuesto saber a que atenerse; pero intuyo, que la rebelión en términos generales ya no se contentará sólo con el acto creación-destrucción anidando en el correspondiente marco espacio-temporal por otra parte verdadera historia de las creencias y las ideas religiosas.

No, ahora ya no necesitamos tocar a Dios con el dedo y esperar su dicha. Ya no necesitamos nombrarlo porque sabemos de antemano que el carácter gnóstico del bien y el mal es falso desde el momento en el que el cosmos, las galaxias, el universo y el mundo entran ya en la esfera de lo cognoscible. Antes podíamos engañar y cofundir a las bestias, ahora sentimos impotencia viril frente a ello porque hemos descubierto la esencia del paraiso.

Ser moderno es eso; perdida de la condición divina y sobrenatural para que la existencia superior sea asequible a los nuevos tiempos y den la clave de lo humano. Si los románticos dejaron ese hecho en la atracción del abismo fue porque no pudieron llegar más lejos precisamente por esa misma condición temporal. Aunque ese es un caso puramente permutativo que tarde o temprano dará determinados resultados; ya que, más que enfrentarse a la realidad se tratará de prolongar la herencia lo máximo posible a través de la riqueza de sus variaciones como un refrito del primer sentido acabado y realizado.

Lo que queda al desnudo siempre es la pastoral y por ende el paisaje apacible y de amplios horizontes en el marco de la mediación y orientación social; que para unos es de naturaleza acrisolada y substancial; y para otros, perturbadora y lugar donde anida realmente el mal intencionado. A partir de aquí, veremos en que manos cae todo esto.

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