Foucoult
Foucoult, ese amigo del público singular con mirada inocente y alma cándida. Que bonitas son tus coordenadas cuando todo es armonía y creación; es entonces cuando el mundo gira y gira y tu eres el burrito que lo hace girar, sin duda aprecio tu don por la cuidada diléctica que utilizas en ello porque a partir de eso se canaliza la estructura logarítmica de lo posible.
Entiendo también esa posibilidad como un campo de oportunidades más justas y cruzadas, determinadas en la idea de la combinatoria de un fin concreto; sino fuera porque, ese fin no pertenece ya al mundo de lo real, y matizo lo de ya por aquello de la excelencia o el privilegio que suponía hasta hace bien poco dar cursos de filosofía trinitaria fronteriza a ese público casto y penitente al que hago referencia.
La idea clásica de ingravidad en la que se desenvuelven tus temas (soberanía, revolución, locura, historia, socialismo, racismo) son de por si atractivos en su conjunto pero eso los hace volubles a las actitudes inquisitoriales. Hagámonos pues esta pregunta. Si damos por supuesto esa vorágine de lenguajes arcanos porque nos hemos de quejar luego de que hallan sujetos que destrocen esos mismos criterios. No sería más fácil obviar esas relaciones que tu propones. Además, si el mundo es así no es porque tu lo vayas a definir así, digo yo.
Desde Pitágoras, y antes,; el problema de la cultura siempre han sido sus límites, tanto si estos son matemáticos, como metafísicos o espirituales. En pleno proceso de metamorfosis deberíamos preguntarnos que nos hace suponer el tener un principio de algo. En ese sentido esos mismos griegos inventaron nociones como principio, equilibrio, existencia, vacío,; y a todo eso le dieron forma y coherencia (por cierto, cosas que en esa época otras culturas no poseían y siguen sin poseer). Esa es la fuerza de Occidente, de Europa y del primer mundo. Como siempre el punto de inflexión frente a esa excelencia era y es la antropologia, la contracultura, lo exótico. Pero entrar en esa dinámica es entrar en un mundo para algunos ya dividido per se. Dividido por la luz y la oscuridad, por lo sólido y lo líquido, por la vida y la muerte. Y así nos va. Platón con su mundo bipolar, Sócrates con su juicio y Aristóteles con su meritocrácia; han hecho de este mundo lo que es hoy en día: un concurso hacia la concretividad en la que proyectamos nuestra imagen más universal posible, y por resumir lo hacemos además en términos de superación individual.
Felices aquellos que reciben este hecho como un don divino a los que se le van añadiendo atributos. Eso no me parece natural sino todo lo contrario: escatológico, grotesco, inhumano, selectivo, contractual, precario y egoísta. Si Foucoult, esa es la herencia de tu amada Francia, el país de las élites logopedas y las fuentes afrodisiacas de las que ya no surge nada (tras perseguir a Perseo y Andrómeda por las constelaciones del cielo del norte). ¿Y que queda de todo ello, después?. La fuente del mal sin duda. A eso se reduce la fuerza de tu pueblo hoy en dia, a eso y al miedo a lo global y quizás la culpa lo tengan esos discursos convexos tuyos.
Los europeos hace tiempo que ya firmamos nuestro testamento al entregar y dar por sentado que no existen más paraísos que los que nos marca el destino y; evidentemente, eso no representa una vuelta a los orígenes sino un refrito de populismo victoriano sin principio ni fin. Aguada es la realidad cuando junto al sentido de proyectiva y la presunción de inocencia entran en escena elementos de otras épocas. Pero ese no es el problema. El problema es no hacer de ello un mundo habitable y sin fisuras coercitivas; y donde el marco legal siga siendo de naturaleza laberíntica aunque al margen de toda continencia sagrada (básicamente judeocristiana). Y digo juedeocristiana por el temor a lo evidente y a la vez a lo concluido; osea, la cuestión aparentemente insalvable de la eternidad.
Cuando la lucha de clases acaba comienza otra era. Una era polibiana de búsqueda de causas estructurales y referencias a partir del origen de las formas de gobierno y sus consecuencias. Sin perder el sentido de cordaje de todo ello; yo, por lo menos, me aproximo a eso que tu llamas cultura y que entiendo desde mi posición que sólo es burocracia. Por eso no aconsejaría el frente que tu defiendes o el que puedas haber abierto. ¿Donde está la cuestión del mal en todo ello?. Al menos Marx conservaba ese hilillo de sofismo en sus tesis. Por supuesto, esto no es una reprimenda sino un esclarecimiento inerte de tu posibilismo jurásico más allá del empirismo ciego en el que te encuentras.
¿Esa desnudez propia del existencialismo y que tantos réditos están dando a las fuerzas conservadoras (siempre a sido así a lo largo de la historia) pese a haber desmostado a Freud y su cajita de sorpresas (así es como entiende la ortodoxia la realidad); que propone?. Ejemplarizar, quizás, la casuística delictiva o el incipiente poder heredado de la Revolución Francesa. Si desmontas los vértices dialécticos de la civilización occidental (que todos sabemos que son macarrónicos) que nos queda. El tiempo y el espacio. Bien, y cuales son, según tu, esos protagonistas que habitan ese espacio y ese tiempo. Acaso son la inteligencia y virtudes que predicaban los jacobinos; o quizás, el tipo de conducta que pueda derivarse de ello. Toda esta vertebración que al final resulta que sigue siendo verbo no deja de ser más que evolucionismo. Es ese el futuro que propones, ser un palimpsesto prolongado en el tiempo por temor a verse encerrado en las tres dimensiones posibles. O, simplemente, ser puro determinismo mecanicista como el de aquel fatalismo turco del que hablaba Niezstche?.
Por último, pienso que no distingues realmente tus propias teorías. Para empezar, nada tiene que ver el evolucionismo con el creacionismo; ni siquiera, por comparación. Y tu idea de la confrontación a partir de ello (que es la idea básica de tu pensamiento) osea, de las fuerzas vitales básicas sin herencia adquirida; parece cuanto menos oportunista. Para que halla una oposición las dos partes tienen que formar parte de la misma estructura para luego establecer ese equilibrio o lo que tu quieras. Esa necesidad de criterio es precisamente lo que está en juego. Las zonas intermedias aquí no juegan ningún papel. Eso en el sentido direccional, otra cuestión es la forma que pueda ir tomando ese conflicto para futuras generaciones que espero te lean pero nada más.